Siempre me han gustado las novelas gráficas y, cuando una amiga me habló de
una autora llamada Isabel Greenberg y de que una de sus obras era una
reinterpretación de Las mil y una noches (Las cien noches de Hero) con un giro
bastante diferente, logró picar mi curiosidad de inmediato. Al poco tiempo
trajo al instituto donde trabajo un cómic de la misma autora, este del que voy
a hablar aquí y, cómo no, se lo tomé prestado.
Me enfrenté a esta novela gráfica sin expectativas porque lo desconocía
todo sobre ella y no había leído crítica alguna, y he de decir que ha sido tremendamente
grato encontrarme con esta pequeña joya.
La Enciclopedia de la Tierra Temprana es muchas cosas que iré analizando y
desglosando poco a poco, pero es, sobre todo, una alabanza a la literatura
oral, a la ficción tal y como se vivía en otros tiempos y tal y como nos llegó
de nuestros antepasados y como nos la transmitieron nuestros abuelos y nuestros
padres. Es, además, una cosmogonía muy particular que recoge una amalgama de
cosmogonías, de historias bíblicas y pasajes de la literatura clásica. Y es,
también, pues no podría ser de otro modo, una historia de amor.
La novela tiene una estructura inversa, dando comienzo por el final, cuando
nuestro protagonista culmina su viaje iniciático en el polo sur y se encuentra
con el amor de su vida. Ambos descubren, no sin sorpresa, que no pueden
acercarse el uno al otro porque sus campos magnéticos se repelen. Contra todo
pronóstico, se casan y, aunque no pueden tocarse, pasan las noches contándose
historias para sentir al otro más cerca. Una de esas historias – que será, en
el fondo, muchas historias – es la del protagonista, un chico que ha cruzado el
mundo desde el polo norte para encontrarse a sí mismo.
La historia del protagonista podría ser la historia del Ulises de la
Odisea. Hay en su relato, de hecho, un viaje, sirenas y cíclopes. Aunque su historia
podría ser también la de Moisés, pues de modo similar a este, al chico lo
encuentran tres hermanas abandonado en una canasta junto a un lago siendo bebé.
O podría ser la del hijo vivo que el rey Salomón sentencia a ser dividido en
dos partes para ser repartido entre las dos mujeres que lo reclaman como suyo,
pues también a él lo dividen para que cada hermana tenga un niño. Su historia
es todas las historias y su viaje son todos los viajes.
La genialidad de Greenberg es, quizá, el modo en que se acerca a la
literatura clásica y a la biblia para luego desviarse de ella y
reinterpretarla. Alguna de esas reinterpretaciones bíblicas, como la de la
Torre de Babel o la del arca de Noé son, simplemente, brillantes, aunque
también nos encontramos con la ballena de Jonás (aquí convertida en un dios
parlanchín) o a unos Caín y Abel que, bajo los nombres de Dag y Hal, dan origen
a las dos tribus más guerreras y enfrentadas de Britanitarka.
En definitiva, es una novela tan bien hilvanada, con un humor tan sutil e
inteligente (personificado, sobre todo, en el dios pájaro y sus dos hijos), que
merece y debe ser leída.
En cuanto a la ilustración, priman los negros y blancos con breves
pinceladas de color que sirven para destacar elementos o momentos importantes
de la obra: azul, dorado y rojo especialmente.
Una novela para leer, disfrutar, para jugar a descubrir referencias
metaliterarias, para admirar la inteligencia y calidad de esta autora británica
que, de seguro, promete y mucho.
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